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Capacidad emprendedora: Comprendiendo y cultivando una nueva sensibilidad

En un sentido más restrictivo, queremos distinguir a los emprendedores como aquellos líderes que son o han sido capaces de “hacer historia” al transformar el sentido de posibilidades de su comunidad, su interpretación pre-racional (instantánea) acerca de lo que es posible para ellos.

A fines de los 90 fui a visitar al profesor Humberto Maturana a su laboratorio en la Facultad de Ciencia de la Universidad de Chile. Al enterarse que estaba trabajando en El Club de Emprendedores con Fernando Flores, respingó la nariz y me dijo: “No me gusta eso de emprendedores, como una nueva manera de estigmatizar entre los que emprenden y los que no lo hacen, como si éstos fueran de segunda categoría. La señora que trafica pasta base en la población es muy emprendedora”. Su opinión de entonces me motivó a hacer ciertas distinciones que ahora comparto con ustedes.

En un sentido amplio, la capacidad de emprender es una habilidad que caracteriza nuestro ser en cuanto a humanos. Como sociedad, como comunidad, todo lo que cada uno de nosotros hace: nuestra forma de vida, nuestras prácticas recurrentes, aquello ante lo cual nos emocionamos y le otorgamos valor, es fruto de un permanente flujo de innovaciones que hacemos en el contexto de las tradiciones que encarnamos. Cada una de nuestras acciones cotidianas es una recreación que dista ya demasiado “del orden natural” de la prehistoria (salvo nuestras raíces constitutivas). La misma creación del lenguaje constituye una re-invención de nuestro ser y el posterior salto cuántico generado por la escritura. Nuestro ser-en-el-mundo es el fruto de esta invención comunicativa y cada uno de nosotros es partícipe y co-creador de esa invención. Esto, a pesar de nuestro sentido común “cosificador”, que nos lleva a vernos a nosotros mismos como un “producto terminado”.

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En un sentido más restrictivo, queremos distinguir a los emprendedores como aquellos líderes que son o han sido capaces de “hacer Historia” al transformar el sentido de posibilidades de su comunidad, su interpretación pre-reflexiva (instantánea) acerca de lo que es posible para ellos. Esto, dicho en palabras de Fernando Flores, Charles Spinosa y Hubert L. Dreyfus vertidas en su libro Disclosing New Worlds. Desde esta interpretación, un financista o un comerciante, no es necesariamente un emprendedor. Además, la tarea de hacer historia, ampliando las posibilidades de una comunidad, no está restringida al ámbito de los negocios. Un líder cultural, un educador o un artista, también pueden ser emprendedores. Por ejemplo, el padre Alberto Hurtado en Chile, cuando a fines de 1941 publicó su libro “¿Es Chile un país católico?“, declaró una anomalía: la pobreza atenta contra la fe cristiana, que concibe a todos los seres humanos como hijos del mismo Dios . No sólo se conformó con hacer esta declaración, que le costó la crítica del clero, de la jerarquía y grupos conservadores del país, sino que se comprometió intensamente a encarar esta anomalía, transformándose en un emprendedor de la solidaridad, creando el Hogar de Cristo, una gran organización que hoy cuenta con cientos de miles de socios y goza de la confianza de los ciudadanos chilenos.

Esta distinción de emprendedor, está asociada a una visión ética, dado que no toda actividad comercial amplía las posibilidades a la comunidad en la que se desarrolla y no todo liderazgo genera oportunidades a sus colaboradores o representados. No es emprendedora la señora que trafica pasta base, como me decía el profesor Humberto Maturana; tampoco el líder que desde su resentimiento termina restringiendo las posibilidades de desarrollo de su pueblo, provocando mayor dolor y sufrimiento.

¿Qué caracteriza esta capacidad de emprender, tan propia del ser humano? No tengo el propósito de dar recetas, reduciendo este fenómeno a un conjunto de principios a aplicar, como lo hace la tan amplia literatura “cognitivista”, que entiende que las capacidades surgen de abstracciones mentales que luego aplicamos. Mi propósito es cultivar nuestra comprensión y sensibilidad con aquellos aspectos que se relacionan con esta capacidad de ser permanentes co-creadores de nuestra realidad, de nuestro ser-en-el-mundo, de modo tal que podamos vivir nuestras vidas con mayor plenitud y alegría.

En nuestra interpretación el emprender surge en un contexto relacional, en el que esta persona vive ciertas “situaciones” como un “malestar anómalo”; mientras el resto lo vive como una condición dada, como “parte de la vida”. El líder emprendedor vive dicha situación con un profundo malestar o insatisfacción, y se apropia de dicha experiencia de “restricción”, comprometiéndose intensamente a resolverla, en ocasiones dedicando toda su vida a esta búsqueda.

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Por ejemplo, a la médico psiquiatra Adriana (Nana) Schnake, le pareció anómala la relación que establecemos con nosotros mismos ante una dolencia o enfermedad. En su libro “Diálogos del cuerpo” señala: “Ni siquiera después que se diagnostica una enfermedad grave, la persona cree posible informarse por sí misma de lo que está ocurriendo en ella: el médico es el único que lo sabe. Sin embargo, el más elemental y antiguo principio de medicina nos enseña que los síntomas son avisos de que algo no está bien; pero nosotros no somos capaces ni siquiera de escuchar -y mucho menos de entender- ese aviso. Hemos abandonado nuestro cuerpo a la escucha de otro, que nos ve como meros informantes, para colmo poco confiables”. Desde un profundo compromiso con esta anomalía, Adriana comenzó poco a poco a integrar el trabajo con los síntomas y las enfermedades en su quehacer terapéutico, hasta llegar con el paso de los años, a generar una interpretación y prácticas de trabajo que nos permiten integrar la enfermedad como parte del proceso de adaptarnos satisfactoriamente al mundo. Mediante los diálogos del cuerpo, el paciente puede escuchar “el mensaje” de su órgano enfermo, remplazando la lucha contra la enfermedad (contra este enemigo que tenemos dentro), por el aprendizaje y la integración de aquellos aspectos de nuestro ser con los que nos hemos estado peleando. Esta interpretación y prácticas terapéuticas, le han permitido tener un amplio reconocimiento en el mundo de la psicoterapia y de aquellos “hambrientos” por una visión holística o integradora de la salud. Su labor ha incluido la formación de otros terapeutas, educadores y médicos en esta visión integral de la persona.

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En otro ámbito, don Alfonso Prohens, empresario agricultor de Copiapó,  cambió el sentido de posibilidad para las comunidades del norte de Chile, transformando los pequeños valles transversales, en lugares donde se realiza actualmente una agricultura intensiva, que exporta los primores de uva de mesa y otros frutos a los países del hemisferio norte. En la actualidad la uva es nuestro principal fruto de exportación.  ¿Qué anomalía abrazó don Alfonso?  No descansa hasta hacer productivo el último centímetro de tierra. A esta interpretación llegamos con unos amigos, luego de una enriquecedora conversación sostenida con él, cuando lo invitamos al Club de Emprendedores que formamos en Atacama. Entonces don Alfonso estaba haciendo una quesería con leche de cabra, con animales que había importando desde Italia.  “Sembré alfalfa en las últimas hectáreas que me quedaban, luego de preparar por años esas tierras”, nos contaba con un profundo entusiasmo que abrillantaba sus ojos.

Desde esta interpretación, el emprendedor se cultiva desde un apasionado compromiso con la anomalía que abraza y que hace suya hasta encarnarla, creando con ello, nuevas posibilidades para otros. Esta es la esencia del fenómeno del emprender.  Lo demás -las competencias, los medios y la estrategia-  son aspectos relacionados con el  cómo. Aunque son un ingrediente necesario para concretar la gesta emprendedora,  surgen como pertinentes a este compromiso auténtico original con su anomalía, como base fundamental de esta capacidad emprendedora.

¿Qué habilidades están asociadas o desarrolla el emprendedor a lo largo de su vida, que le permite realizar su gesta?  A mi juicio destacan las siguientes:

  • La capacidad de trabajo en red, cultivando relaciones de colaboración y confianza, generando una identidad significativa en dicha red.

Un ejemplo de ello fue el biólogo Francisco Varela cuando crea, junto a investigadores como Adam Engle, Richard Davidson, Daniel Goleman, Jeremy W. Hayward  y otros, el Mind and Life Institute , que generó un fluido y enriquecedor intercambio entre  neurocientíficos y monjes budistas (entre otros, con el mismísimo Dalai Lama), abriendo con ello un nuevo camino de experimentación que ha dado importantes frutos.  El profesor Maturana, a su vez,   cuando siendo un joven investigador ayudante en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, en 1963, es elegido como  “indiscutible” por sus colegas académicos junto al profesor George Hudson,  para crear un espacio de formación de científicos, lo que posteriormente dio origen a la Facultad de Ciencias.  ”No existe una distinción mayor que la confianza, el cariño y el respeto de los colegas”, declararía Maturana al recibir en diciembre de 2006, el reconocimiento deProfesor Emérito de la Universidad de Chile.  Estos dos investigadores, Maturana y Varela,  hicieron historia en el mundo de la biología al cambiar la comprensión de la naturaleza de los seres vivos con su distinción de “autopoiesis” .

  • La capacidad para visualizar el mundo y comprender las tendencias y procesos emergentes que están configurando el futuro.

Por ejemplo, en la década del 80,  Steve Jobs y  Bill Gates,  advirtieron y se hicieron cargo de que el Personal Computer se masificaría de la mano de los desarrollos posibles del software en estrecha relación con el  hardware, transformando con ello las prácticas de la gente, creando una nueva industria, con su correspondiente mercado. Sin embargo, fue Jobs quien tuvo la lucidez  de considerar la gráfica y el diseño, como un aspecto esencial de su innovación.

  • Su capacidad de gestión y liderazgo, que le permiten “movilizar” prácticas, hacer pasar o implementar su visión. Esto incluye la capacidad de hacer ofertas, transformando la anomalía en posibilidad para otros, dando un servicio impecable a los clientes, que permita ir construyendo relaciones duraderas, de beneficio mutuo.

Fernando Flores, luego de ser prisionero político en Chile por cerca de tres años y realizar su doctorado en Filosofía del Lenguaje en la Universidad de California, generó una nueva disciplina de gestión en USA que denominó “Pragmática y hermenéutica universal” y montó su empresa BDA, prestando servicios a compañías como IBM, ABB, CEMEX, Caterpillar, entre otros. Esto implicó la formación de gente en una nueva disciplina, articular y generar el espacio social para su oferta, y crear una nueva forma de hacer consultoría en al mundo de los negocios. Su disciplina, ha dado origen entre otros, a lo que hoy se conoce como coaching ontológico.

  • La capacidad para gestionar estados de ánimo, cultivar fortaleza emocional para encarar situaciones adversas, desarrollando apropiación y resolución ante las dificultades, que incluyen muchas veces la incomprensión de su entorno.

El pastor protestante Martin Luther King, rodeado de un clima de violencia efervescente, el 28 de agosto de 1963 pronuncia su discurso y habla a sus partidarios y adversarios sobre su sueño de hermandad: “I have a dream today…” Cuarenta y cinco años más tarde, un hombre de color, en medio de la peor crisis económica que azota a la nación y al mundo, al momento de triunfar en las elecciones presidenciales de USA, pronuncia su discurso de victoria: “Yes we can”.

No es el registro en los textos de historia lo que hace de estos hechos un evento histórico, sino porque la emoción e interpretación automática de la comunidad sobre las posibilidades de un hombre de color en el mundo es distinta después de estos hechos, y el sentido de hermandad inicial que declarará Martin Luther King ayer, cobra relevancia, centralidad, en el día en que Obama asume la presidencia de USA. Una nueva identidad americana comienza a aparecer como posibilidad en el mundo.

Estas habilidades o competencias las podemos cultivar, nos son patrimonio de seres sobre dotados. Sí, requerimos del insustituible motor propio que es el compromiso incondicional con la anomalía que vivimos, haciéndola propia, encarnándola.

Como país pobre, en desarrollo, no nos queda otra chance que cultivar masivamente esta capacidad humana. Desde la educación podemos ayudar a jóvenes a conectarse con sus capacidades, no para buscar trabajo, sino para hacer ofertas, comprometidos más a agregar valor, que a pedir sólo el cobijo y la solidaridad del estado. También podemos cultivarla en el ámbito del trabajo, sobre la base de generar espacios de relación y colaboración que nos permitan nutrir este espíritu, esta disposición de compromiso y la voluntad de “hacerse cargo”; y sobre esta base poner énfasis en las prácticas que al hacerlas recurrentes, al ejercitarlas, nos pueden permitir el cultivo de esta capacidades consustancial a nuestra condición de humanos.

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